Muchas de nuestras espesuras ribereñas y carrizales cuentan con un pequeño inquilino, que rara vez se deja ver, pero que deja oír a menudo un insistente y característico canto, que emite incluso en los fríos días invernales. Se trata del cetia ruiseñor, un pajarillo discreto y escondedizo, de rasgos poco llamativos, que se refugia entre la vegetación cercana al agua y que prefiere climas suaves y cálidos, por lo que sus poblaciones pueden verse muy afectadas durante los inviernos rigurosos.
El cetia ruiseñor es un pájaro de pequeño tamaño, de diseño muy discreto y aspecto rechoncho, con alas y cola redondeadas. Presenta el dorso de color pardo-rojizo oscuro y las zonas inferiores grisáceas, con motas claras en las infracoberteras caudales. Posee una ceja pálida, así como una zona auricular grisácea y un pico muy fino. Ambos sexos son iguales en apariencia y solamente se diferencian por pequeñas variaciones de tamaño.
De hábitos escondidizos, resulta difícil de observar, pero es, en cambio, muy fácil de detectar en las espesas marañas ribereñas que frecuenta por su inconfundible y sonoro canto. Cuando se desplaza entre la vegetación, levanta y despliega frecuentemente la cola.
Posee un canto muy característico, potente y fácil de reconocer, que puede ser escuchado durante todo el año. Se trata de una súbita y explosiva sucesión de dos o tres notas, que podrían transcribirse como cuchí-cuchí-cuchí.
El cetia ruiseñor presenta una distribución circunmediterránea, que incluye el sur de Europa, el noroeste de África y Oriente Próximo, y llega hasta Asia occidental (Afganistán y Turquestán).
Se distribuye de forma amplia y continua por toda la Península Ibérica y Baleares, aunque escasea por encima de los 1.200m de altitud y en extensos sectores de Galicia, Meseta sur y sureste peninsular. Falta en Canarias, pero sí está presente en está presente en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
Longitud
13-14 cm
Envergadura
15-19 cm
Época observación:
Fuente: wikipedia