Hasta no hace mucho tiempo, en los inviernos grises y desapacibles, cuando las olas de frío invadían los países europeos, ingentes cantidades de unos pequeños zorzales se distribuían por los cultivares, los sotos, las viñas y los bosques de la Península y Baleares, a menudo en compañía de especies afines. Eran los zorzales alirrojos, una especie migradora que cría en las altas latitudes de Europa, cuya presencia entre nosotros se hace cada vez más extraña.
El zorzal alirrojo es de pequeño tamaño, compacto y de cola relativamente corta, que no presenta un dimorfismo sexual muy evidente. Su plumaje es marrón-grisáceo en el dorso y blanco con listas oscuras hacia las regiones ventrales. Los flancos y la parte inferior de las alas lucen un tono rojizo bastante intenso, que es visible en vuelo y constituye un buen indicio para diferenciarlo de especies próximas. Otro rasgo en su diseño es la presencia de una marcada ceja y una bigotera blancas, distinguibles incluso a cierta distancia. Suele moverse en grupos numerosos durante el invierno, a menudo en compañía de otros zorzales.
En nuestras latitudes es raro oír el canto de esta especie, una estridente y rápida secuencia de chirridos y chasquidos que recuerda al gorjeo de las golondrinas. Más frecuentemente, se pueden escuchar los reclamos que emite mientras se desplaza en bandadas, tsiip, o un chasquido, chuck, cuando se mueve en el suelo.
El zorzal alirrojo cría en latitudes bastante altas de Europa y Asia, desde Islandia hasta el este de Siberia.
Se trata de un ave exclusivamente invernante en nuestro país, donde se distribuye por la mayoría de las regiones. Es más abundante, no obstante, en el tercio norte, mientras que en el resto del territorio tiende a ocupar zonas montanas por encima de los 1.300 metros de altitud, si bien se la puede observar en áreas propicias más bajas.
Longitud
19-23 cm
Envergadura
33-34,5 cm
Época observación:
Fuente: wikipedia